Escribí esto días atrás, hoy lo publico.

Hay noches donde me recuesto a observar el techo y me pierdo en sensaciones que me trasladan a momentos.

Pensar sin imágenes para mí es como un juego, y lo hago sin notarlo, todo el tiempo.

Me pierdo y a la vez encuentro, porque así es como sé que estoy acá, soy más que mi cuerpo y mis pensamientos.

La música existe desde que existimos como tales.

Y es incluso más que un lenguaje, porque no hace falta entenderlo para comunicarse.

Son vibraciones que generan en nosotros algo en tiempo y espacio, según lo que pase.

Loops de sonidos frenan loops de estímulos. Frases, tambores, fragmentos de películas, distintos lenguajes.

Me gusta la música ambient, es mi camino para resolver lo que parecía imposible, o hacer algo improbable.

También escucho y mezclo techno, es lo que me acompañó cuando pensé que no podía levantarme.

El house hace que todos brillen y sonrían, como el trip hop solo que el house es mucho más clubber.

Siempre suena algo acid, para honrar a quienes transmiten esa euforia pelando y conectando cables.

Nos mudamos a otro lugar bacano, conecto los equipos y suenan de nuevo los parlantes.