La historia es lo que procesamos de ella, para la mayoría son relatos que se aceptan.
Big-bang, 2025, descender de primates, cuatro comidas al día, masturbarse para prevenir enfermedades.
Reconocemos dos tipos de verdad. La subjetiva (historia que nos contamos) y la real que es lo que hagamos.
La mayoría supone conocer la certeza.
A nivel global, algo sucedió y alguien lo contó. Nuestra memoria, en ese caso, conoce solo lo que nos cuentan.
El universo humano es dual. Hay cielo y tierra, luz y oscuridad, paz y guerra.
Y podemos elegir qué verdad usar. Eso define nuestra realidad, que luego contamos para recordar.
Luego en piloto automático nos contamos lo que deseamos, fuera de la realidad.
La mayoría vive limitada por violencia institucionalizada diseñada para dominar.
Relatarán siempre lo que se adecúe a su verdad, aunque signifique negar la real.
Porque uno puede crear su verdad y así vivir en su túnel de realidad, aislado de lo demás.
Entonces "con depresión" verá todo triste y "siendo exitoso" verá todo genial.
Imagina si gobernantes hacen lo mismo y te cuentan lo que quieres escuchar.

Imagina si supieran todo de todos y desearan inmortalidad.

Mi punto en esta filosofada es "hasta dónde puede alguien llevar su verdad si tiene miedo?"
La vida me demostró que al extremo. Pocos tenemos visión y coraje para reconocerlo.
Mi padre nunca aceptó -para sí mismo- que dañó mi psiquis (8/10 años de edad) cuando amenazó con suicidarse para "recuperar el amor de mamá".
Aprendió a imitar la empatía a través de mímica y lenguaje. Le dicen empatía cognitiva y permite que puedan actuar.
Su comportamiento siempre fue calculado, no real.
Entonces se siente parte de su familia, pero nunca tuvo amigos, que es el amor más real.
Otros familiares son también amigos, y en realidad, a fines prácticos, da igual etiquetar.
Los hay visibles y también víctimas.
Viven episodios de ira y extrema vulnerabilidad al recibir lo que perciben como críticas.
Su mente no procesa empatía (sentir por los demás). Solo pueden -como la AI- imitar.
Sané al entender que por vivir obligado su violencia, vivo sin miedo. Y que para mí amar siempre fue natural.
Reconocí la verdad y su verdad. Diferencié la mía donde me dedico a lo que hago y vivo para disfrutar.
Hay la misma luz que oscuridad. Mi atención es diferente, aprendí cuánto hacer por los demás.
Toleramos programas violentos porque fue lo primero que conocimos.
Hasta despertar, los repetimos.
A nivel global la situación es profunda porque quien gobierna ya no sabe a quien lastima.
Presiona un botón (SEND) y mueren miles en un día.

Ellos re-escribieron su historia
La energía es dual, entonces hay amor y miedo.
Quien vive desde el amor, libera una nación (Ghandi) y quien vive desde el miedo, la destruye (Hitler, Trump).
Ambas energías siempre estarán. El miedo es fantástico y errante, el amor eterno e incondicional.
Y estamos saliendo de la era más oscura de la humanidad, que destruye el planeta de manera acelerada y sin piedad.
Plásticos, tóxicos, cambio climático, violencia física y psíquica constante, manipulación, depresión, ansiedad.
Guerras, hambre, pérdida de valores, des-humanidad.
Lo oscuro nace y muere en la historia que programó en nosostros la autoridad. Siempre la podemos cambiar.
Eligiendo lo espontáneo, libre y natural.
El miedo es un programa que destruye nuestra integridad y nos lleva a desconfiar.
Como un virus, vemos miedo en los demás.
En "mi adolescencia" fui ateo, nihilista. Pensaba que podía dejar de sentir y salirme siempre con la mía.
La vida me demostró que era fantasía. Y -tarde o temprano- la verdad prevalece sobre la mentira.
Hablé con Dios y descubrí que nos podemos invertir sin iglesias ni doctrinas.
Viviendo como si no existiera otro día.


